A todos los héroes anónimos, que cada día permanecen ahí; al pie del
cañón salvando vidas. A ellos; quienes pocas veces son reconocidos o
agradecidos; sin embargo cuando todos
huyen al ver alguna catástrofe son ellos los únicos que llegan al rescate.
Gracias, por esta razón es a ellos dedicado este libro.
Capítulo I
Era el último
día de clases comenzaba a llover nuevamente, estábamos en la esquina de la
cuadra, bajo un árbol que nos cubría un poco de la lluvia ya se hacía tarde y
yo tenía que irme.
Solo
reíamos esquivando nuestras miradas, el corazón palpitaba rápido y los nervios
dominaban mi cuerpo entonces se acerco; nos acercamos pero segundos antes de
nuestro primer beso un auto paso levantando un charco de agua que nos empapo
todos, quedamos mojados empezamos a reírnos
y ya para entonces tuvimos que irnos la oportunidad para ese primer beso había
sido arruinada.
Llegaron
las vacaciones y desde aquel día nunca más nos volvimos ver.
<<El tiempo avanza y no se detiene avanzan
los segundos y de repente sin darte
cuenta han pasado años eso fue lo que paso conmigo>>
Cuando cumplí 15 estaba en una tienda comprando
unos pinceles para una clase en el colegio y en esa misma tienda entro él al
verlo me sorprendí al igual que él, sonrió y dijo:
-¡hola!
<<Sentí que se me encendió el alma parecía un sueño verlo ahí
ante mí, que casualidades de la vida>>
-hola Andrés
-Fiore... ¿como estas?
-muy bien y tu
-que sorpresa verte
-sí, una agradable sorpresa
Estuvimos ahí hablando unos minutos, luego salimos juntos de la
tienda y caminamos durante un buen rato hasta llegar a la parada de autobús;
charlamos de todo un poco de su vida y la mía durante esos últimos años.
Estudiábamos en colegios diferentes y vivíamos en lugares diferentes.
Intercambiamos números telefónicos e incluso dirección electrónica. Al final tomamos
autobuses diferentes, durante el resto del día no pude olvidarlo, era tan
emocionante haberlo visto después de varios años.
Pasaron los días y él me envió un mensaje de texto, estaba realmente
contenta, inmediatamente conteste el mensaje, pasaron las horas y continuábamos
con los mensajes. Yo no sentía el paso del tiempo, estaba emocionada, sonreía a
cada instante, me reía conmigo misma.
Así fueron pasando los días, entre
clases, libros, música, y mensajes de texto;
que parecían nunca terminar, el tiempo se volvió insuficiente. Que
recuerdos aquellos.
Cuando las horas del día ya no eran suficientes, utilizábamos la
noche, enviando y recibiendo mensajes bajo las sabanas. Se hacía tan tarde que
no había nada más que silencio en las casa y algún perro que latía de vez en
cuando a lo lejos; llegaba la madrugada del día siguiente ahí entendíamos que
debíamos parar y ya dormirnos de una vez, ya que era día de escuela.
Al día siguiente al despertar alguno de los dos recibía un mensaje
que decía: Buenos Días que pases un feliz día, espero haya dormido bien.
Así pasaban los días, habían llamadas telefónicas que duraban horas,
mensajes de texto durante todo el día, siempre había algo de qué hablar, nunca
se agotaban las palabras o conversaciones, teníamos tanto en común. Yo no tenía
novio, él no tenía novia. Eso me daba una esperanza de que quizá… quizá pudiera
haber un nosotros.
Era tan lindo ilusionarse de esa manera, éramos unos niños, unos
pequeños niños con tantos sueños e ilusiones.
Pocas veces salimos juntos a comer helado y creo que era más lo que
reíamos que lo que hablábamos, parecíamos tontuelos. Pero eso no importaba lo
único realmente importante era él y yo, era como si el mundo girara a nuestro
entorno, nada parecía importar, nada podía molestar, todo parecía perfecto.
Pasaron meses y un día de repente sucedió lo que tanto había
esperado, como de costumbre me cayó un mensaje de él, me dispuse a leerlo y
decía:
-Fiore, quiero decirte algo.
Yo inmediatamente conteste.
-Dime, ¿sucede algo?
-Sí, perdona que te lo diga por un mensaje, pero ya no puedo callar
mas, me estoy enamorando de ti o ya estoy enamorado, no lo sé, es la primera
vez que siento esto.
-Yo siento lo mismo.
-¿De verdad?
-sí.
- Dime ¿Quieres ser mi novia?
-si quiero.
-Gracias, ya vas a ver que me voy a ganar tu corazón y no te voy a
defraudar.
-voy a creer en ti Andrés.
Parecía que todo aquello era un sueño no podía creerlo, estaba tan
feliz, siguieron pasando los días un día me pregunto: ¿me regalas un beso? Yo
le dije que sí pero que se lo daría al día siguiente.
Y al siguiente día, le lleve una servilleta manchada con un beso
rojo de mis labios. Claro que el al verla se rio mucho, pero me agradeció y
dijo que la conservaría por siempre.
Te amo me dijo un día, sos lo mejor que me ha pasado.
Tantos momentos juntos parecían no acabar, con besos, caricias y
palabras bonitas nos íbamos enamorando cada vez más, tal cual es el primer
amor, tu primer sueño despierto, esa primera ilusión, esos primeros latidos del
corazón, esas primeras noches en vela pensando únicamente en el otro, esos
primeros pasos en el amor.